martes, 5 de mayo de 2009

Una de hermanos

Porque vos nunca tuviste nada. Y por eso creés difícil entenderme.
De chiquito no tuviste juguetes, ni regalos, ni cumpleaños. Algo triste para un pibe. Pero zafaste también de tener varicela, fiebre, dolor de oído o cualquiera de esas cosas. Yo en cambio me agarraba todas las pestes.
Creciste sin tener amigos. No tuviste ganas de tenerlos tampoco.
No tuviste ni un minuto de fama ni miedo al ridículo.
Tampoco sueños. Tampoco pesadillas.
No tuviste una idea, no tuviste tiempo.
Lo peor es que ahora te miro, después de tanto, y nada cambió. Pasaron años. Añísimos. Y vos no tenés un mango, ni dónde caerte muerto. Pelo no tenés, pero es algo genético, mirame a mi.
Tu piel no parece tener pasado. Tus ojos no tienen paciencia y ya están cerrándose.
No tenés gollete, hermano.
Pensarás cualquier cosa. Que a qué vengo yo a decirte qué. Que quién soy yo para aparecer y despotricar así. No se la respuesta.
Quiero que entiendas que no vengo a demostrarte nada. Mi intención no es refregarte lo que tengo por la cara. Pero es verdad que tengo. De todo. Tengo más cosas de esas que quiero despojarme que de las otras. Conseguí bastante. Y ahora tengo un perro con sarna, tengo un resfrío que no para, tengo un terreno, tengo un par de razones para sonreir, tengo un angustia que aparece de a ratos. También dejé de tener. No puedo, ni quiero, cargar con todo.
Tengo un hermano. Tengo un hermano que no tiene un hermano. Porque nunca quiso tener nada.
Te quiero dejar algo. Quiero que tengas algo. Hoy. Te dejo la última palabra. Ahora tenés algo, es tuyo, hacé lo que quieras. Tenés la última palabra, hermano.

1 comentario:

El Profe dijo...

Parece ser un texto muy intimo, solo puedo decir que me ha gustado... más, sería explayarme sobre mi relación con mi hermana... y no viene al caso :)
¡Saludos Chap!