viernes, 27 de febrero de 2009

Hoy (por ayer)

De un instante. Fuimos cosa de un instante. Y echábamos humo, o fuego.
En un pestañeo pasamos de la calle a la cocina. Luego otra vez a la calle, o a la oficina.
Sobre la misma soga caminamos. Nos hicimos equilibrio. De soga pasamos a nudo en la garganta, o en el estómago.
Un tren de fotos se descarga en mi cabeza. Hay un perfume conocido. Todo fugaz. Pesa. Y entre rollos de cocina encuentro alguna certeza y en algún lado está todavía ese reloj. Ese reloj que guarda ese tiempo. Ese tiempo que duró un eterno segundo.
No fuimos tanto. Pero quizás no es eso lo importante.
Estuvimos entre la boca y la palabra. Nos bajamos sin llegar a la estación.
Tendimos nuestra propia trampa. Ayer fue tarde.

viernes, 20 de febrero de 2009

Una prenda tendrá

Niño A - ¿Nunca jugaste? Nos ponemos todos en ronda. Uno está afuera porque tiene un huevo podrido en la mano. Va dando vueltas alrededor del círculo y al primero que ve desatento le encaja el huevo. Cuando el distraído se da cuenta lo empieza a correr. Vos sabés como es mi familia. Ninguno quiere un huevo podrido, y mucho menos un huevo podrido que no le pertenece.
Niño B - ¿Y qué tiene el huevo podrido?
Niño A - Cada uno es distinto. El mío está lleno de mis frustraciones, mis miedos, mis cagadas.
Niño B - Qué feo cargar con eso. ¿El de tu viejo que tiene?
Niño A - Nunca lo vi. Cada uno es muy celoso de su huevo podrido. Tampoco sé si quiero saberlo.
Niño B
- En casa jugamos a aldonpirulero.
Niño A - Creo que más o menos estamos jugando a lo mismo.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Después de ir al cine me quedé pensando que

Todos merecemos un maldito fin de semana en Oviedo.

martes, 17 de febrero de 2009

Primero lo primero

Se cierra una puerta y se saca un pantalón.
Se abre una ventana y entra un ventarrón.
Se baja una persiana y se prende un velador.
Se casa una vieja y llueve con sol.
Se sube la bolsa y sube la presión.
Se mancha la silla y compramos un sillón.
Se viste de seda y mona quedó.
Se sirve la mesa y se agradece al señor.
Se reía del pedo y al rato lloró.
Se creyó reina y más tarde tronó.
Se tiró al vacío y flotó bermellón.

martes, 10 de febrero de 2009

Oftalmología barata

.

- ¿Vos que ves?
- Un punto.
- ¿Qué punto?
- Punto final.
- Ah.
- ¿Vos?
- Punto y aparte.
- Ah.

:


- ¿Y ahora?
- Dos puntos.
- Bien.


...

- Y ahora...
- Tres puntos finales.
- ¿Eh?
- Mentira. Puntos suspensivos.
- Ah.

:)

- Y ahora ¿qué ves?
- Sos un boludo.

jueves, 5 de febrero de 2009

Ella canta covers de una manera horrible. Pero Diego cae en la trampa.

Apoyada contra la pared, al lado de un poster arrancado, con su saco violeta hasta el piso. Apagó otro pucho y se le cayó un recuerdo. Se le patinó de la mano. Lo piso con la punta del pie y lo empujó hacia el cordón haciéndose la boluda.
Diego la espiaba desde la ventana del edificio. Se peinaba los secretos que se le habían juntado entre las orejas. Y de su boca escupió un mechón de pelo. Lo dejó caer a la vereda.
Dos semanas antes alguien pegó un poster en la pared. El poster anunciaba a una pecosa que cantaba en un bar. Haciendo covers. Terribles covers.
El bar se había llenado de ojos y oídos y a ella le temblaban las notas en la garganta. Se tomó uno o dos gin tonics antes de subir al escenario.
Terribles covers.
Después de la última canción se acercó a la barra a tomar otro trago. El salón casi oscuro o casi vacío a sus espaldas. Diego se acercó a ofrecerle un mechón. Ella se lo puso sobre la lengua y tragó. Le dio la mano. Y en la mano le dejó un cigarro. Le despeinó con un susurro un secreto. Se puso un saco azul hasta las rodillas. Se fue, haciéndose la boluda.
Un mes después a Ana se le ocurrió preguntarle a Diego qué le pasaba. Diego se quedó callado. Estaban en el buffet de la facultad y Diego se quedó callado. Ana lo tomó de la mano, se acercó a él. Lo miro a los ojos. Le preguntó qué le pasaba.
Diego escupió un mechón de pelo. Ana se paró asustada. Le soltó la mano como un látigo. El resto de los estudiantes se quedaron contemplando la escena. Cómo Diego vomitaba pelo negro sobre la mesa del buffet.
En el baño del bar quedaban pocos azulejos. Quedaba un porro mojado en el lavatorio. Un poster arrancado. El picaporte de la puerta estaba flojo. Y encerrados en un cubículo dos personas. Gemían como amándose. O comiéndose.
Ana un día se puso un saco violeta que le llegaba hasta el talón. O un poco más. Se sintió especial al notar que Diego la miraba. Olvidó que tenía un lunar en el brazo. Un lunar peludo apestoso. Un lunar verguenza. Se olvidó. En su cabeza estaba solo ella, envuelta en terciopelo violeta, y dos ojos marrones que la miraban desde una ventana.
El día que Diego volvió a ver a la pecosa la invitó un gin tonic. Le contó sobre la escena del buffet. Se atrevió a mirarla a los ojos mientras le decía que sus covers eran terribles. Y le mintió sobre Ana.
La pecosa se fue. Ya no aguantaba más tanto olor a pelo. Todo el bar. Todo el baño. Todo era un agobiante olor a pelo.

lunes, 2 de febrero de 2009

Fondo blanco

Estoy en el momento en que se me juntan la sed y las ganas de tomármelas.