martes, 25 de noviembre de 2008

El guardián entre el cemento

Sueño que me persiguen. Justo a una altura del partido en la que no se a dónde hay que salir corriendo.

martes, 11 de noviembre de 2008

Lo que te dure

León compra dos pares de zapatos por año y un par de alpargatas resistentes. Con eso le alcanza. Su primer diente le salió a los siete meses y se le cayó a los seis años. Sus siestas duran entre treinta y ochenta y dos minutos. El cigarrillo que fuma desde el trabajo hasta su casa se consume en dos cuadras. A los catorce años plantó un árbol que hoy ya tiene treinta y dos. Y llora en cada otoño. Pone a calentar la leche en el microondas dos minutos y le sale hervida.
Pilar debe cargar la batería del teléfono cada cuarenta y ocho horas. El enamoramiento con su primer novio le alcanzó una semana, y tirando. Su abuela cumple noventa y cinco el lunes. La sobriedad se le va con tres vasos de cerveza. El helado se le derrite antes de que lo termine. La mano pegoteada la sigue hasta el lavatorio. Tarda lo mismo en terminarse un plato de canelones que en poner las monedas en la máquina del colectivo.
Están esperando a conocerse y que el tiempo se les haga polvo.

viernes, 7 de noviembre de 2008

En el cielo las estrellas

Cerraste los párpados como la cortina de un negocio y con la cabeza en la almohada te fuiste al sueño. El calor te mata. Yo veía girar el ventilador como si fuese cada vez más lento.
Fui en busca de algo fresco en la heladera. Mayonesa. Crema de leche. Soda de sifón. Está bien, soda.
Volví a la cama y tu cuerpo ya se había despatarrado. Sentado en la silla del escritorio miraba por la ventana a la casa de enfrente. Ese paredón amarillo con farolito al tono. La noche que se comía a las estrellas. Todo el paisaje que parecía escenografía puesta para mi noche. Tan armadito.
Y empecé a pensar.
Toda la noche no paré de pensar.

Cuando se hicieron las cinco de la mañana ya estaba llorando abajo de la ducha y vos te despertaste. Golpeaste la puerta del baño asustada y no se que dije pero te tranquilicé. Fuiste a la cocina y me esperaste con un café en la cama. Me miraste tierna. Tu mano abrazó mi mano. Y me prometiste al oído no abandonarme jamás en ese insomnio.
Me prohibiste pensar por un rato.
Me deje llevar por tus brazos hasta amanecer.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Algodón

Y más al cielo subís, y más nubes encontrás.