martes, 12 de mayo de 2009

Alto contraste

Te pido perdón por no poder controlar ciertos impulsos. Es que es una manía que tengo siempre, la de no adaptarme al registro correspondiente. Será una cosa de contraste, no se. Para llamar la atención. Tengo que aprender a manejarlo, porque vos bien decís, que llega un punto en que el otro se agota. Como vos ahora, que te agotaste. Por eso te pido perdón. Me doy cuenta medio tarde de algunas cosas. No es que me arrepienta tampoco, pero lo pienso bien y noto que me equivoqué. El otro día por ejemplo. Cuando me dijiste que querías casarte conmigo. Estabas emocionado, medio moqueando, con la alianza que usó tu vieja entre los dedos. Las velitas muy lindas, creaban un clima adecuado. La cena había estado fantástica también. Pero que querés. No lo pude evitar. Me puse a hacer rimas sobre nuestro futuro. Si me pedís casamiento, te mudás a mi apartamento. Que ojo tuvo Cupido, mañana me compro el vestido. En la cena serviremos tarta, no quiero que vaya tu tía Marta. Vos elegite un buen vino, porque a mi me toca seleccionar a los padrinos. En el momento creí que nos estábamos divirtiendo juntos, pero después, a la semana, recapacité en que vos esperabas otra respuesta. Como si no me conocieras. Tampoco sabía si te habías enjado por el hecho de desviar la situación, o si te molestaba el contenido de las rimas. Convengamos en que si bien era apropiada, la última rima era fuerte: Aunque tu viejo es inepto, yo te digo que acepto. Claro, vos ahí en vez de alegrarte te paraste y te fuiste a la cocina, golpeaste la mesada, medio que puteaste. Que se yo. Capaz que yo contesté así como una forma de descomprimir la situación. Mucha vela, mucha solemnidad, mucho llanto contenido de tu parte. Si al fin y al cabo lo divertido de casarse es la fiesta.
No me quiero justificar. Entiendo que a veces no respondo de la forma que "corresponde". Perdón por usar las comillas, se que te molestan. Es que yo también soy espontánea. Soy natural. Me sale así. ¿Te acordás cuando me viniste a contar que te ascendieron en el trabajo? Nos encontramos en ese restaurant porque me tenías que contar "algo importante". Y cuando me diste la noticia me salió de adentro ese llanto angustioso, con mezcla de graznidos. Se que te preocupaste, que me preguntaste si me pasaba algo. Pero en realidad no me pasaba nada. Te vi tan contento que no pude evitar que me invadieran esas ganas de llorar. No, no era de emoción. No me sentía para nada feliz. Creo que era porque me acordé de una nenita que había visto en la calle, que estaba con los cordones desatados. Me la imaginé tropezando y dándose de lleno la jeta contra las baldozas. Puede haber sido eso. Después de esa imagen mental, verte tan feliz, no se. Quizás te quise bajar a la realidad, inconcientemente. No se mucho de psicología. Pero tal vez intenté demostrarte que podés pasar del éxito al fracaso en un segundo. Como ir corriendo a la heladería y pisarse un cordón y caerse de boca al suelo terminando en la guardia de un hospital. De hecho a la semana te despidieron. Por la crisis. Y me llamaste llorando. Y yo, para no ponerme a llorar del otro lado y angustiarte más, te corté. Y me volviste a llamar. Te corté. Llamaste de nuevo, entre enojado y preocupado. Te grité. Te dije que me sentía presionada por vos y por la presión en general. Hiciste un silencio largo, como de un mes.
Lo que tenemos de bueno los dos es que no somos rencorosos. A la larga nos terminamos perdonando. Yo te extraño cuando no estoy con vos. Sé que vos también. Pero yo más. Por eso cuando me enteré que se venía el cumpleaños de tu hermana y me invitó, te dije de reconciliarnos. No tenía sentido estar peleados por esa tontería. Se que estuve mal, pero era una tontería. Lo que pasó en el cumpleaños también fue una pavada. Seamos sinceros. Cuando tu hermana pidió que todos dijeramos unas palabras para el brindis no pude evitar emocionarme y contarles a todos sobre la historia de mi viejo, y cómo fue su horrible enfermedad durante esos siete años. Lo padecimos todos en mi familia. Fue muy fuerte. Estábamos devastados. Así se fueron enfermando mis tíos también. Íbamos de hospital en hospital primero y de sala velatoria a sala velatoria después. Todavía no nos conocíamos nosotros. Mucho menos conocía a tu familia. Era un buen momento para contarlo. Tu hermana me dio el pie. Yo no tengo la culpa que después ninguno quisiera bailar en el carnaval carioca. Que dicho sea de paso, tu hermana se podría haber jugado un poco más con el cotillón. ¿Eran las sobras del cumpleaños de quince de la hija o me pareció a mi?
Igual te pido perdón. Reconozco que no soy la más oportuna. A veces me voy de mambo. Tampoco se si es el momento indicado. Entiendo que toda esta gente está acá para escucharte hablar sobre los balances de la empresa en este último tiempo, el trabajo que mal o bien hiciste desde que asumiste en este puesto. Pero era algo que lo tenía en la punta de la lengua y no podía esperar. Además seguro que volvés tarde a casa hoy y yo ando cansada porque en el gimnasio nos mataron. Ahora llego a casa me pego una ducha y muero en la cama. No te molesto más. Le pido disculpas al resto, que tuvo que escuchar todo esto. Pero que se yo. Yo en casa tengo que escuchar a mi marido hablar de ustedes y de todo el trabajo que le dan y de lo incompetentes que son a veces. Esta vez les tocó a ustedes. Bueno, me voy. Ah, me olvidaba, hoy me llamó tu mamá para comentarme sobre un lío que hubo con la policía y tu primo, pero le empecé a hablar en jeringoso y me cortó. Ahora entiendo de dónde salió tu carácter.

2 comentarios:

Esperanza Lacaroza dijo...

no hay nada mas triste que un pobre calnaval carioca...

: (

Andrea dijo...

quién no quisiera tener esa ironía socrática para decir todo lo que piensa, volver a casa, pegarse una ducha y a dormir como si nada hubiese pasado!!!

Yo quiero tener el coraje para hablarle en jeperipingoposopo a mi suegra!!!