domingo, 29 de marzo de 2009

De todas formas

Y tal vez pensó que no había hecho lo correcto. Y también pensó que nunca lo iba a hacer. Pero sintió que al fin se desprendía de ese recuerdo, sintió que lo dejaba subir en globo.
Seguramente volverá disfrazado de otra cosa. De azafata. Porque esos recuerdos se vuelven siempre, envuelven.
Esos recuerdos vuelven siempre.
Allways.
All ways.

miércoles, 25 de marzo de 2009

25

En un día como el de ayer pero de años atrás empezaba a gobernar en Argentina una pena de muerte.

miércoles, 18 de marzo de 2009

De rraíz

Un viento fuerrte y seco se levanto a la horra de la siesta. Los chicos mirraban con los ojos bien abierrtos como las hojas pasaban fugaces. Esto fue mucho, mucho antes del otoño.
Después se juntarron las nubes oscurras en el cielo. De a poco cubrrían todo lo celeste, hasta dejarr a la ciudad bajo una espesa masa negrra.
Los grrandes que se levantaban de la siesta empezaban a trrabarr todas las puerrtas y se cerrciorraban de que todas las ventanas estuviesen bien cerradas. Algunos más superrsticiosos prrendían alguna vela y murrmurraban orraciones.
Los chicos mirraban porr las pocas ventanas que podían. Esperraban ansiosos lo que las nubes íban a trraerr. Se rreían y hacían brromas sobrre las posibilidades. "Lloverrán caballos". "Hoy no. Hoy caerrán fideos". "Ojalá lluevan más nubes" dijo una ilusa, rrecorrdando la vieja historria de la lluvia parradójica.
En casa del intendente, éste y su esposa discutían sobrre cómo afrrontarr la situación. La última lluvia, la de perros y gatos, había causado tal caos en la ciudad que el anterriorr intendente se vio en la obligación de rrenunciarr. Y las calles inundadas de caca de perro y ovillos de lana fuerron tema polémico porr más de un mes. La esposa había sugerrido tiempo atrrás techarr la ciudad con una grran mediasombrra. Grrupos ecologístas se opusierron y se unierron a la agrrupación de Señorres Que Arreglan Goterras y Bollos. De esta forrma ni el intendente ni su esposa logrrarron nunca conseguirr el apoyo financierro necesarrio. Y ahorra el intendente llorraba. Y la esposa cerraba las ventanas.
Se iluminó el cielo y a los segundos se oyó el trrueno. Los niños que antes apostaban a adivinarr la lluvia, corrierron a esconderrse debajo de la cama. Los grrandes hicierron lo mismo.
Pocos quedarron obserrvando asustados a la inmensa masa negrra. Otrro rrelámpago. Otrro trrueno. Y así. Perro no caía nada. Un trrueno enorrme desperrtó hasta a los anestesiados. Perro en el cielo nada.
Uno se dio cuenta, obserrvando su jarrdín, lo que trraía entrre manos la lluvia esta vez. Erra una lluvia trradicional, esa hecha de gotas. Perro parra sorrprresa de todos, nacía desde el suelo. Empezarron siendo unas pocas gotas que se desprrendían del pasto y volaban hacia las nubes. Parrecían inofensivas. Hasta que uno vio como su enano de jarrdín empezó a elevarrse porr la fuerrza de la lluvia. Se elevó hasta perrderrse entrre las nubes. Empezaban a despegarrse las florres, los semáforros, las alcantarrillas. La lluviecita se fue convirrtiendo en diluvio. Ahorra volaban las baldozas de la calle, los pisos de maderra de algunas casas, los árrboles erran arrastrrados hasta las nubes. Y ahí se perrdían. Alguien vio subirr a su perro, que estaba en su cucha. Al salirr corriendo a intentarr rrescatarrlo, la lluvia se lo llevó. Y de a poco se empezó a llevarr todo. Hacia arriba. Las casas más prrecarrias se fuerron prrimerro, como parrte de un espectáculo de aguas danzantes. Toda la ciudad se desaparrecía parra arriba. Había llantos, grritos, alguna carrcajada diverrtida. Había la carra del intendente que solo pensaba en el discurrso del día siguiente, había familias enterras que subían tomadas de la mano, había miedo, había esperranza. Había una ciudad que se subía. Una ciudad que se empezaba ahorra entrre las nubes. Arríba había algo rrarramente nuevo. Había abajo una ciudad rrota.

martes, 10 de marzo de 2009

Cierra sola

Con mucho cuidado pasas por esa puerta: cierra sola.

domingo, 8 de marzo de 2009

Música de domingo con delfines

miércoles, 4 de marzo de 2009

Reventar

Cuando despierto a tu lado, enredado entre tus cuatro brazos, me desespero por morderte las orejas de queso fontina. Tu ojo dorado balbucea algo inentendible y con mal aliento. Así empieza nuestro día.
Yo, subido a la bicicleta, salgo hacia el taller. Vos vas volando a mi lado, con tu capa invisible, hasta llegar al muro donde pintas con tu lengua los números del alfabeto. Es tu trabajo, no te lo puedo criticar.
Así toda la tarde. Me pasas a buscar y guardas mi bicicleta en tus uñas. Nos subimos a tu bidet y en menos de un segundo ya estamos en casa.
Me preparo mi cena. Casi siempre un sánguche de milanesa, a veces una ensalada con pollo. Vos te preparas tu almuerzo. Casi siempre es barro con leche, o vino congelado.
Mientras me baño vos cantas. Mientras te bañas, cabeza abajo para no ahogarte, le rezás a un azulejo.
De ahí a la cama. A que yo te cuente mi día en el taller y vos cómo funciona tu aparato digestorio.
Sos tan, tan irreal.

martes, 3 de marzo de 2009

¿Qué hago con esto y dónde es que va?

Decidido a ordenar mi vida, empiezo. Acoto el panorama y me enfoco en mi casa. Ordenaré mi casa. Yo, primera persona del singular, ordenaré mi casa. Pondré orden a las cosas de mi casa. Seré específico. Empezaré por mi habitación. Mi cuarto. Partiendo de la enteridad de mi vida, nos enfocamos en el cuarto. Borro por un instante el resto de las instalaciones de mi hogar, apago las luces del living , comedor, cocina, lavadero, jardín de invierno, pasillo, y me encierro a desentrañar el caos de mi pieza. Identifico sectores. Sector cama, sector escritorio, sector armario, sector montaña de ropa y varios. Limito el objetivo de hoy: sector armario. ¡Oh closet fatal! Abro tus puertas y me rindo a tu magnitud. Escupes objetos de todo tipo entre tus dientes de cajones y observas desde tus pestañas de perchas. Se me nublan los ojos de lágrimas al sentirme desbordado con tu ostentosa anarquía. Respiro hondo tu aroma a naftalina. Escojo un comienzo. Un cajón. El cajón. Se estira para mostrar su contenido. Apuntes, fotocopias, anotaciones, palabras, palabras, parole . Algo con lápiz, algo resaltado, algo azul, algo prestado. Suficiente. Bastante. Demasiado. A simple vista se ven cuatro folios. Cada uno apretando en su interior hojas y hojas y hojas. Tomo un folio. Salen de allí impresos casi amarillos. Desordenado tengo que ubicarlos de alguna forma en algún lugar. No se por donde arrancar. Empiezo por los capítulos, voy a los títulos, luego a las frases, a las letras. Todo está mezclado y perdió un poco su coherencia. Dejé de entenderlo. Me siento mareado. Dejo las hojas sobre el escritorio y me voy a la cama a descansar boca abajo con un brazo colgando y el otro debajo de mi pecho como para que en cualquier momento se duerma y empiece el cosquilleo. Necesito esa siesta. Después veré como es eso de ordenar la vida.