Quedamos así
Tengo puesta toda la confianza en el árbol, en el perro, en las tostadas. Les creo bastante. No te das una idea de la fe que tengo en el lavavajillas y en el despertador. Confió en mis vecinos y en cada baldoza.
Puede ser que sea demasiado crédulo, pero me arriesgué en darle el beneficio de la duda a la existencia del aparato digestivo. Si bien los fundamentos científicos siempre fueron para mí tan fantásticos como un cuento chino, me permití unirme a la creencia general para dejar de ser un escéptico.
Sonriéndome de las casualidades, me dejo llevar sin importancia por los sueños y siempre intento no cuestionar fundamentos religiosos. Cada loco.
Me presté al juego del amor y sus incoherencias. Sus fatales incoherencias. Y dejé pasar mis miedos creyéndole a los cantores sus canciones. Le permití a los filósofos discutir su existencia, manteniéndome alejado de profundidades. No me sentí quién para discutirlas, analizarlas, darles media vuelta y fracasarlas.
No puedo negar que lo disfruto y te mentiría si te dijera que no estoy más tranquilo tragándome todo por los cinco sentidos.
Tampoco te puedo mentir, que cuando la tostada salga volando de la tostadora (literalmente, con alas) o cuando tu boca se convierta en volcán de lava violeta y por un instante el mundo deje de ser este mundo, voy a darme cuenta que no debí confiar demasiado.
3 comentarios:
Debo admitir que este tipo de escritos que haces me gustan mucho.
Es grato leerlos, de verdad.
Un saludo
...casi como un niño que al crecer deja de ver lo que elige no ver, que al crecer dice:eso no existe,o es imposible, solo porq es hora de crecer, jugar a ser un niño..para algunos tan dificil y para otros tan facil..porq ponerle peso al exquisito placer de equivocarse?...demasiado no siempre es demasiado. tenemos toda la muerte para arrepentirnos, la vida solo para equivocarnos,no aprender del error, simplmente disfrutarlo...nunca es demasiado
Y sí.
Pasa casi siempre.
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