Es aire en movimiento
La ventana se abrió con el viento, que como un Turbo en velocidad máxima empezó a volar las cortinas para después hacer un torbellino en mi habitación con los papeles que estaban en el escritorio. Y ahí fueron todas esas historias jamás terminadas. En una hoja volaba la mujer que se perdía en una plaza y en una papel celeste estaba por terminar su rehabilitación un jugador de rugby. Danzaban por el aire los chicos que se conocían en un recreo, chocándose contra la historia del cartero que viajaba en sobres.
El viento se divirtió hasta volcar los lapiceros y dejar que los lapices y biromes cayeran sobre las hojas que se amontonaban en el suelo. Se rayaron los papeles y se tacharon palabras. Algunos lápices llegaron a dibujar a los personajes de las historias y en algunos casos la birome roja corregía errores de ortografía. Cuando la Plasticola se volcó se creó un símil cartapesta que unió las páginas con poca coherencia. La agujereadora cayó sobre el parqué, saltando todos sus diminutos papeles redondos* sobre las hojas pegoteadas. Un collage envidia de muchos artistas pop.
Palabras, colores y formas que se entreveraban abriendo paso a historias que nunca podría yo haber escrito. El viento comenzaba a silbar bajito y el remolino artístico llegaba a su fin. De algún lado cayó agua, y se mezcló con la plasticola generando un pastiche creativo. Y de algún lado entré yo. Y me crucé con ese espectáculo. Ver todos mis mediocuentos convertidos en un desastre natural me encolerizó. Largué puteadas al viento. Literalmente. Y me decidí a despegar una por una las hojas, intentar unirlas. Volver a las malas ideas base. Pero era un poco tarde para correcciones. La mujer perdida había encontrado un camino a casa en otro cuento. El jugador de rugby había recuperado el movimiento de su brazo, y el cartero lo llevó a pasear en sobre. El recreo de los chicos ya había terminado, pero el colegio se había convertido en un safari, y un león asomaba dibujado en un borde.
Tiré todo. En una bolsa negra y grande. Mezcla de bronca y de frustración. Cerré la ventana con llave. Me senté en el escritorio que todavía estaba pegoteado. Y empecé a escribir sobre una ventana, que se abrió con el viento.
* véase: caquita de agujereadora
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