Yo no se por qué
No hubo carta natal ni carta de despedida. Faltó un viaje, una cena, una pelea.
Quedó una esfera plateada que intentaba reflejar todo lo que tenía alrededor. Pero ya no brilla. Gira en algún cajón, perdida. No entiende bien por qué.
Sobrevive un libro en una caja. Un libro de un joven que no entiende bien por qué.
Espera una cerveza tibia, con poco gas, en una mesa de un bar. Espera que alguien le explique.
Mientras tanto las palomas se acercan a devorar lo que quedó de una porción de pizza. Se desesperan entre el queso y las aceitunas. Se manchan con la salsa. Solo quedan migas perdidas en la tabla redonda.
De noche aparecen las luciérnagas. Se separan en grupos para iluminar el cielo desestrellado. Y a cada cual le toca una luciérnaga distinta. Que se apagará en algún momento. Volverá a encenderse sin prometer más que eso. Sin entender bien por qué.
Y el tiempo fue pasando. Lo que falta ya aprendimos que no llegará, solo bastaba poner los pies en la tierra. Lo que quedó seguirá quedando. La esfera perdida en el cajón. Las promesas cada vez menos dolorosas. Parece que el tiempo, otra vez, se hizo cargo.